TÚ VAS CONMIGO

A veces se nos olvida que somos hijos de Dios y dejamos actuar a nuestra naturaleza humana a sus anchas, libremente. Desbocamos nuestras palabras, miramos a nuestros hermanos como si nosotros estuviéramos hechos de otra pasta mejor y no pensamos antes de actuar o si lo hacemos y seguimos adelante a pesar de ello, no nos importa el daño que podemos causarles.

¿Por qué?

Eso nos puede ocurrir a todos en algún momento de la vida. Un mal entendido no aclarado, falta de madurez, quizás, no sé…cada uno tendrá que meditar la respuesta si pasa por ahí. Lo que sí es seguro es que el enemigo siempre está al acecho y aprovecha cualquier rendija para colarse en el corazón y envenenarlo, oscurecerlo, desorientarlo. Lo que sí es seguro es que si no escuchamos con atención al Señor en estas circunstancias, podemos pasar el resto de nuestras vidas en ese limbo dañino de la separación de la Verdad, del Amor, creyendo que es así como debemos permanecer, sin importarnos la distancia que se va haciendo cada vez más larga, más difícil de eliminar.

“Pervirtieron sus pensamientos y desviaron los ojos para no mirar al cielo, ni acordarse de sus justas leyes.”

(Daniel 13, 9)

Pero Dios, que nunca se olvida de ti, no deja de hablarte y tocarte el corazón llamando a tu puerta para que le abras y poder así ayudarte a regresar a la Luz. En el fondo, nunca dejas de escuchar Su Voz diciendo que no te rindas, que sigas buscando la salida de ese lugar tenebroso en el que no te gusta estar, que te entristece y te resta paz en el alma. Hasta que llega el momento en el que reúnes, con la enseñanza de la Palabra y la Dirección Espiritual, las fuerzas necesarias para empezar a caminar y dar los pasos necesarios. Poco a poco vas eliminando las tinieblas que te impiden ver, siempre de la mano del Señor.

“Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.”

(Salmo 23, 4)

Es fácil juzgar las decisiones y formas de actuar de los demás sin ponerse en su lugar. Creo que Dios es bueno y generoso cuando nos da tantas oportunidades a lo largo de nuestra vida para aprender a vivir con amor verdadero, generoso, caritativo. Nos enseña constantemente a limpiar nuestra mirada, a acoger a los demás gratuitamente, sin esperar nada a cambio. Nos libera de las susceptibilidades que nos dañan, de la inseguridad que nos ata e impide que caminemos libres hacia la santidad. Puedes tardar más o menos en darte cuenta de que no existe otro camino que te lleve a la alegría real, la que merece la pena, el camino de la humildad. Una humildad que convierte todo lo enrevesado de nuestros pensamientos en algo diáfano, sencillo, lleno de paz, libre de temores, sereno.

“El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.”

(Juan 8, 7)
En la imagen se ve, desde una cueva el amanecer de un nuevo día en una costa, frente al mar, con una playa desierta y sin oleaje, un día calmado.

Deja un comentario

search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close