Creo, pero ¡aumenta mi fe!

Decía mi abuelo que de los cobardes no se ha escrito nunca nada. Por mucho que la cosa se tuerza, en casa, en el trabajo, con la familia, con los amigos… Incluso nuestra relación con Dios puede verse mermada por los asuntos del mundo. Se valiente, confía, ten fe y, como aquel padre que le gritó al Señor en su desesperación: Creo, pero ¡aumenta mi fe!

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