Cirineos

Durante la Cuaresma, como millones de cristianos, los viernes rezo el Viacrucis, y he de confesar que aunque cada estación me emociona mucho, me remueve interiormente, me interpela, este año ha tocado especialmente mi corazón la quinta estación: el Cirineo ayuda a Jesucristo a llevar la cruz.

“Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz” (Mc 15, 21)

Simón regresaba del campo junto a sus hijos Alejandro y Rufo, probablemente el día comenzó como otro cualquiera, fueron a trabajar como cada mañana, y de regreso a casa, todo cambió, a veces la vida cambia en un instante, sin previo aviso. Se encontró con un gran tumulto, los romanos custodiaban a unos reos de muerte camino del monte Calvario y echaron mano de él, y por más que se opuso, le obligaron a llevar la Cruz de un condenado.

Simón no quería esa Cruz, no le apetecía compartir el peso de la Cruz de un condenado y renegando cogió la Cruz, entonces miró a Jesús, “se espantó de Él, porque estaba tan desfigurado que no parecía hombre, ni tenía aspecto humano” (Is 52, 14), y aceptó la Cruz. Acompañó a Cristo hasta el Calvario, lo socorrió en su sufrimiento, participó de su amargura y comenzó su camino de salvación.

Podemos ayudar a Cristo a llevar la Cruz si compartimos con nuestros hermanos sus penas y tribulaciones. Si estamos ahí para ellos, si nos damos con amor. Cada uno de nosotros tiene una o varias vocaciones particulares, pero todos tenemos la misma vocación universal, ser cirineos de los demás. “Ayudaos unos a otros a llevar las cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo” (Ga 6,2)

Y si somos nosotros los que estamos sufriendo por la pérdida de un ser querido, la enfermedad, la soledad, el paro, la incomprensión…digamos con fuerza al Señor: Sé Tú mi Cirineo, contigo podré «tomar la cruz y seguirte” (Mt 16, 25) y a quienes nos ayudan a cargar la cruz, a nuestros cirineos pacientes de la familia y amigos: “El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz” (Nu 6, 24-26).

Jesús mira a su cirineo particular, en este caso, San Juan Pablo II.

ORACIÓN

Cristo, que has concedido a Simón de Cirene
la dignidad de llevar tu cruz,
acógenos también a nosotros bajo su peso,
acoge a todos los hombres
y concede a cada uno la gracia de la disponibilidad.
Haz que no apartemos nuestra mirada de quienes
están oprimidos por la cruz de la enfermedad,
de la soledad, del hambre y de la injusticia.
Haz que, llevando las cargas los unos de los otros,
seamos testigos del evangelio de la cruz y testigos de ti,
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

San Juan Pablo II

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