Dar la vuelta al calcetín

El pasado 28 de diciembre un chico de 19 años desapareció de su casa en Pozuelo de Alarcón. Los padres, desesperados, denunciaron ese mismo día la desaparición  y como creyentes, pidieron a cuantos pudieron, que rezaran por su hijo. Yo me enteré a través de whatsapp, red en la que se hicieron varios grupos de oración para pedir por la aparición de este muchacho. Entendiendo el enorme sufrimiento que debían tener esos padres, máximo en las fechas Navideñas, me puse a rezar con todo el corazón, y como yo muchas personas más.

Este muchacho apareció unos días más tarde, lo cual fue un gran alivio y  alegría. Me imagino el tremendo agradecimiento que tuvieron que sentir esos padres hacia Dios, hacia todas las personas que participaron en su búsqueda y rezaron por él.

En el grupo de oración en el que participaba hubo numerosas manifestaciones de alegría, agradecimiento, Gloria a Dios, en suma oraciones de alabanza… También hubo comentarios extraños, tremendamente inoportunos que no deben ensombrecer el gozo de encontrar a este chico.

Mando un enorme abrazo a esa familia.

Uno de los días en los que ese muchacho estaba desaparecido se ofició una misa dedicada a él, cuya homilía me llegó también a través de whatsapp. En ella el sacerdote hablaba de la alabanza a Dios. Sí, de la alabanza, en una situación de angustia y desesperación hablaba de la alabanza. La homilía era más completa pero a mí me llamó enormemente la atención lo de la alabanza y llevo varios días reflexionando sobre este tema.

 Alabar a Dios es agradecer los dones recibidos, reconocer su infinita bondad, es depositar nuestra confianza en Él, es ….

Alabar a Dios en momentos de alegría, como en el encuentro de este muchacho, es fácil, sale de forma natural.

Pero, alabar a Dios aún en la dificultad, como cuando ese muchacho estaba todavía  desaparecido, eso sí que es difícil y desde luego, si se consigue, una gran manifestación de fe. Intenté hacer el esfuerzo de alabar a Dios en esa situación. Dar gracias por la vida de ese chico, abandonarme en el Señor, reconocer que hay una mano Todopoderosa de la cual puedo cogerme, que me sujeta, acordarme de que aún en esa situación mi Padre Todopoderoso está velando por mi y los míos, aunque yo no lo pueda comprender en ese momento. Y aunque me refiera a mi familia como los míos, son también hijos de Dios y Dios también tiene un plan para ellos.  Es aceptar los hechos y poder sentir esperanza,  consuelo.

Hacer oración de alabanza en esa situación me resultó darle la vuelta a la angustia, como si de un calcetín se tratase y transformarla en esperanza.

No sé si podré conseguir una oración de alabanza con ese resultado en una ocasión tan difícil como la que tuvieron que afrontar estos padres.

También me pregunto: ¿Cómo vivo yo la alabanza en el día a día?

Me doy cuenta que sólo digo Gloria a Dios en contadas ocasiones, como si los infinitos dones que he recibido y recibo diariamente no hubiera participación de Dios, como si fuera todo mérito mío. Ya no digamos en las preocupaciones, campan a sus anchas y se engrandecen a veces desproporcionadamente a lo que son.  Cuán mejor me iría si mirara al Cielo cada vez que me abordan. Lo mismo hasta me río de alguna de ellas.

Pues no tengo yo cosas que agradecer y razones para alabar a Dios.

Señor, ayúdame a vivir la alabanza aún en momentos malos

Aclamad, justos al Señor, que merece la alabanza de los buenos (Salmo 33)

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