El día 15 de agosto, una amiga me invitó a su pueblo coincidiendo con la fiesta de la Patrona.
Por la mañana, acudí a la celebración de la Eucaristía. En la homilía, el sacerdote explicó la postura de la imagen de la Virgen Nuestra Señora de las Mercedes con su Hijo.
«Lo sostiene con tanto amor, que no lo sujeta, sino que mantiene sus manos abiertas para que pueda marcharse cuando Él quiera.
El niño mira a su pueblo, y está dispuesto a abandonar los brazos de su Madre en el mismo momento en que alguien lo necesite. María tiene la mirada baja, serena, preparada a darlo todo»
Por la tarde, en la procesión, la imagen se detuvo frente a mí, me sentí totalmente conmovida y llena de gozo, aprecié cómo sus miradas derramaban mercedes a todo el pueblo.
Al día siguiente, subimos al camarín de la Virgen, y ¡los tenía tan cerquita! Emocionada les dí las gracias por haber despertado en mí ese gozo que antes no experimentaba.
Comparto estas vivencias cómo agradecimiento a esos sacerdotes que con pocas palabras nos hacen ver y sentir más allá de lo que perciben nuestros sentidos. Sin sus aclaraciones muchas cosas nos pasarían desapercibidas.
¡¡ Dios los bendiga!!
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