¿ESTOY UNIDO A LA VID?

Buenos días, familia.

Feliz Día del Señor.

Escuchando y meditando la primera lectura de hoy, deberíamos tener el propósito de hacer nuestras las virtudes que aparecen en la primera comunidad después de la Pascua.

Hay un rasgo interesante hoy: la comunidad apostólica acoge a Pablo, el que luego será el gran apóstol de Cristo entre los paganos.

Por parte de Pablo es noble la actitud y el testimonio: va a Jerusalén, a confrontar su misión con Pedro y los demás apóstoles, y les cuenta la experiencia de su encuentro con Cristo y su conversión.

Nosotros, también deberíamos compartir nuestra experiencia de vida con los hermanos en la fe. ¡Cuánto les podríamos ayudar en su camino de encuentro con Cristo! Constatarían que no se trata de un imposible: simplemente necesitan dejarse guiar y ayudar por el Espíritu Santo.

Pero también es admirable el mérito de la comunidad: a pesar de las más que justificadas suspicacias que podía suscitar la persona de Pablo, le acogen, no se cierran al carisma que brota, saben ver en él la acción del Espíritu. La aceptación de Pablo es una lección de universalismo y de imaginación, porque Pablo va a ser apóstol «de otro modo».

En la lectura hemos escuchado como, a su llegada a Jerusalén, los cristianos no se fiaban de él y le rehuían. Realmente, tenían motivos para no fiarse de él. Pero allí, Pablo encontró a alguien, Bernabé, que fue capaz de acercársele, y darse cuenta de que en el cambio de Pablo había la fuerza del Espíritu.

Fijándome en la actitud de Bernabé, y trasladando su actitud a mi vida:

*¿Soy capaz de dar un margen de confianza a quien irrumpe con un nuevo estilo en la vida de fe?

* ¿Cuál es mi actitud ante los desconocidos?

* ¿Estoy dispuesto a aprender de los demás?

En el evangelio, se nos imparte una enseñanza muy importante para nuestro día a día.

El domingo pasado se nos presentaba Cristo como el Buen Pastor.

Hoy es la hermosa metáfora de la vid y los sarmientos la que nos ayuda a entender toda la intención de la Pascua.

En un principio, da la impresión como que se puede quedar en una metáfora, un símbolo, pero contiene mucha más hondura.

¿Cómo es mi unión con Cristo?

¿Me alimento de la Palabra de Dios, la cual me está sosteniendo para unirme a la vid?

Si no intensifico la oración, ¿cómo va a crecer mi relación con Cristo?

No quiere el Señor encuentros esporádicos, sino una vida enteramente inspirada por Él. «Permaneced»: que no nos separemos de su órbita, que nuestros ojos y nuestros corazones estén siempre levantados hacia Él.

Si no me acerco al Sacramento de la Penitencia, no me estoy dejando podar por Cristo, para dar más futo.

Para crecer hay que cortar. Sea la renuncia, sea la enfermedad, sea el fracaso, sea el cambio.

A los que se mantienen unidos a Cristo, Dios los «poda», para que den más fruto; ¿qué aspectos de mi vida estoy dejando que sean podados en esta Pascua, qué purificación y renovación se nota en mi existencia personal?

Pero la unión con la Vid, “sin mí nada podéis hacer», a través de la Eucaristía, conlleva la unión con los demás sarmientos.

Cristo se prolonga en todos los hermanos. No se puede conocer y amar a un Cristo y desconocer o desamar al otro Cristo. Amor en vertical y horizontal: es un mismo amor.

Como consecuencia de todo esto, esperamos que haya frutos abundantes.

Los frutos que Dios quiere son todos los del Espíritu, los frutos de la verdad y del amor.

¿ESTOY UNIDO A LA VID?

Yo estoy en ello.

Paisaje con una vid. Autor: Tomás Hiepes. Año: 1645. Museo Nacional del Prado. Madrid.

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