Las puntadas de Dios


Vivimos en un mundo en el que se ha instalado el usar y tirar. Se compra, se usa, y se tira, sin fijarnos si podemos arreglar ese objeto, ropa, complemento….. transformarlo, para seguir dándole uso, y no descartarlo a la primera de cambio.


Hace unos días, mi hija me dio unas viejas alpargatas naranjas que ya le quedan pequeñas, y estaban muy sucias y muy usadas. A mí me dio pena tirarlas, y pensé qué podía hacer con ellas, para seguir usándolas yo. Me van justas de talla, pero me las puedo poner, así que me puse manos a la obra.


Lo primero que hice fue lavarlas bien a fondo: a mano, con detergente y cepillo, y luego a la lavadora. Una vez secas, pensé que con algún lazo o adorno, estarían más bonitas. Así lo hice: las personalicé a mi gusto, las transformé un poco. Recorté las puntas de las cintas que se atan, porque estaban deshilachadas, las coloqué de otra manera, y cosí unas cintas blancas de algodón en el empeine, doblándolas como una lazada. Eran las mismas, pero parecían otras.


Dando vueltas a ésto, pensé que nosotros podemos ser como las alpargatas: podemos estar sucios o muy sucios por nuestros pecados y faltas, pero Dios nos puede dejar limpios. Tan sólo debemos acudir al sacramento de la reconciliación, a la confesión: por medio del sacerdote, quedamos limpios de nuestros pecados. Y, después, a través de la gracia de Dios, de dejarnos en Sus manos, de la oración y los sacramentos, nos embellecemos: seremos nosotros mismos, pero pareceremos distintos. Del hombre viejo, dejamos paso a un hombre nuevo, si nos dejamos hacer por Dios.

«Desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de vuestra boca. No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador».(Col 8-10).

Cuando iba dando las puntadas a los lazos, pensaba en las puntadas que Dios ha dado en mi vida para renovarme. En la familia que tengo, dónde debo santificarme; en mi trabajo; en el sacerdote que me lleva de la mano en este difícil camino a la santidad, porque hay muchos momentos en los que querremos salir del camino: es duro, pero contamos con la gracia de Dios.


Tenía la alpargata en mi regazo y miraba cómo podía fijar bien el lazo, que quedara bonito y firme. Cada puntada que daba, era un pequeño agujero que hacía en la tela, para que la lazada se quedara firme y no se moviera, lo mismo que algunas pequeñas heridas o acontecimientos que Dios ha permitido que me ocurran, que me sucedan, que duelen al principio, pero de las que he salido fortalecida. Todo es para mi bien.

Utensilios de costura


También yo me he pinchado en algún momento: la lona es dura, y la aguja fina. Igual que hacemos que Dios sienta dolor por cada vez que le hemos fallado: somos humanos y limitados. Pero tenemos que confiar en Él, en Su hacer, en las puntadas que va dando en nuestra vida: abandonarnos en Sus manos amorosas. Cuánto cuesta, ¿verdad? Nos cuesta a los cristianos, cuanto más a los alejados de Dios.


No importa si hace años que no confiesas, que no vas a misa, si no hay nadie con Fe en tu entorno: entra en una iglesia, y habla con el sacerdote. Nadie es descartado para Dios, aunque sí para el mundo y la sociedad que tenemos. Todos somos valiosos a los ojos de Dios, y mucho. La vida humana tiene un valor infinito, aunque algunos no lo vean, ni siquiera en sí mismos. Eso sí: sin Él, no somos nada.

Dejémonos transformar por Sus manos amorosas, que Él vaya dando las puntadas que crea oportunas en nuestra vida, que serán para bien, y nos harán más hermosos a Sus ojos, seremos hombres nuevos. Y, si alguna vez le causamos dolor, sepamos pedir perdón. ¿Acaso no nos perdona siempre? No olvides que es nuestro Padre-Madre, y que nos ama con locura.

1 comentario en “Las puntadas de Dios

  1. Dios no nos pide que tengamos éxito sino , que seamos fieles.

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